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viernes, 23 de agosto de 2013

EL FANTASMA

Despues de mucho pensarlo, me decidí a escribir sobre este tema. En primer término porque la mayoría de quienes me conocen ya saben que estoy loco. En segundo porque se que a muchos les fascinan estas historias de aparecidos -o del más allá-. Y en tercero, porque me ocurrió en alguno momento de mi vida, y es ideal para este blog.

Esto ocurrió hace apenas unos seis o siete años atrás. Yo estaba de encargado del Diario "Vida de Lanús", medio para el que colabore casi diecinueve años. Desde que empece en el mismo, en 1991 hasta el 2004, el mismo funcionó en un viejo caserón frente a la Estación de Lanús. Desde luego allí nunca hubo sucesos paranormal ninguno, tengo muy buenos recuerdos de casi toda la gente que conocí allí, y hasta reconozco que fui querido en ese lugar. 

Luego de ese año, y por fallecimiento de Doña Rosa, la dueña de ese local, y hermana del fundador del Diario, los dueños en ese momento del dueño deciden devolverle el edificio a los herederos de Doña Rosa, quienes querían disponer del mismo para la venta, y mudarse unas tres cuadras de ese lugar, a un edificio de cuatro pisos, mucho más moderno, pero que ya tenía unos treinta y cinco o cuarenta años de antigüedad. Lo que se dice, era un edificio más moderno, comparandolo con la vieja edificacion de frente a la estación, la cual era de principios del siglo XX. Además, el diario allí tenía la ventaja que ese edificio pertenecía a sus dueños. 

Nadie podía meterse en las actividades del medio en ese lugar. Fue así que una vez firmado el convenio con los herederos de Doña Rosa, se mudaron a la nueva dirección.

El nuevo edificio tenía cuatro pisos, el diario en un principio tomó uno de los dos locales de la planta baja, y al poco tiempo de estar allí, fallece uno delos hermanos de la dueña del medio y le ceden el otro local, lo cual terminaron ocupando toda la planta baja. 

Luego habia varios pisos de departamentos, una terraza, a la cual los dueños tenían acceo, pero a mi me bastaba con estar en la planta baja y trabajar allí. Además era muy comodo el lugar y los dos locales eran muy amplios, estaba la oficina en uno de los locales, el otro era para administración y el fondo estaba destinado a la imprenta. Yo estaba muchas horas a la semana y tenía hasta que cocinarme en las horas del almuerzo. No daban los presupuestos para comprar comida hecha, o comer afuera todos los días.

Hasta allí todo estaba en orden. El día transcurría entre trabajo, atención al público, tipear notas o edictos judiciales que venían a la publicación. Pero todo no era normal del todo. En la soledad de tantas horas de trabajo, me daba la sensación "que no estaba solo" del todo.

Dicha sensación, a diario, se confirmaba con "cierta" presencia de "alguien" que se cruzaba de un lateral a otro del local, caminando lentamente, en apariencia, un hombre delgado y alto, de unos cincuenta o mas años. Que no molestaba -no resultaba agresivo-, ni emitía ruidos, solo pasaba.

En conversación con otro compañero de trabajo, que también trabajaba en este local, y que también ocupaba el local de administración de al lado, y que encima trabajaba por las noches, me confió que "esa presencia" también se le había aparecido. Solo que como el otro local era más corto en dimensiones, la sombra que pasaba se la veía por la ventana que daba al patio. Y se desplazaba en sentido contrario como yo lo veía en el otro lado.

Dado que yo no me tomo las cosas muy en serio, aún en estas situaciones, yo recordé algunos relatos de apariciones que contaba mi bisabuela María de la Gloria, española, que ella contaba que cuando uno veía una aparición, debía preguntarles que cosa podían necesitar de uno, ya que, según decía, a veces los muertos debían, para entrar al paraíso necesitaban, o bien que rezaran por ellos, o una misa. Ella en lo personal nunca había visto ninguna aparición, aunque siempre deseó volver a ver a su madre, la cual había muerto de muy joven a causa de esas pestes que había a principios del siglo XX. Pero si, contaba las cosas que a su vez había oído  compartido de gente conocida. Yo jamás le pregunté al "empleado transparente" que necesitaba de mi, pero si, fiel a mi estilo, cada vez que pasaba, lo saludaba. Lo cierto es que el visitante siguió visitando la oficina, y yo lo seguía saludando. El no contestaba, pero parecía como que esa "rutina" del saludo lo hacía aparecer más seguido...o era una sensación.

Las apariciones eran frecuentes. Yo no llevaba un control de la hora ni el momento en que aparecían, pero alguien en la oficina me recomendó "que tomara nota" de los horarios donde yo podía verlos, cosa que me lo tome a chiste y que nunca hice. Y la cosa comenzaba a ser preocupante. No para mi, que me daba gracia que alguien paseara por el lugar, sino que hasta se especuló con colocar cámaras de circuito cerrado y filmarlo. El fantasma había comenzado a convertirse en una obsesión para los dueños del diario, quienes, a pesar de no pisar el lugar durante meses, lo vivían como una amenaza. A esto se le sumó las constantes cortes de energía eléctrica sin ningún tipo de razón, cada vez que se iniciaba el proceso de impresión del diario. Las térmicas saltaban. El disyuntor se cortaba. Y los técnicos, tanto de las maquinas impresoras, como así también los electricistas no encontraban las fallas en el lugar. Todo parecía en orden. A esto yo seguía saludando al fantasma como a quien saluda a un vecino. Pero el epicentro del huracán, era el lugar donde yo veía el "paso del fantasma", o sea, el sitio donde estaba la máquina impresora del diario, donde se cortaba periódicamente la luz sin explicación.

Cierto día vi pasar al fantasma, como lo hacía a diario, y sin titubear me decidí a seguirlo, el fantasma aparecía desde una pared, y se desplazaba, en apariencia, caminando, hasta ocultarse tras la mampara que separaba a la oficina de la imprenta. Atrás de esa mampara estaba la impresora offset y los controles de la misma, unos sobre la misma máquina y otros sobre una pared que separaba a un local del otro, de treinta centímetros de espesor.

Cuando llego tras la mampara grande fue mi sorpresa cuando, tras la impresora, y sobre la pared de concreto donde estaban los controles de la misma vi UNA PUERTA, o al menos, una abertura hacia algun lugar, con luz que venía desde afuera, una luz de color violeta o azulado, como si se tratara de una salida hacia el patio de una casa...pero ahí había concreto, no existía puerta alguna. Por lógica no me atreví a seguir más allá. Curiosidad tenía, pero no tenía idea de donde me llevaba esa puerta que había aparecido en ese lugar.

Al poco tiempo dejé de trabajar en ese lugar, no por ese tema en sí, así que, por suerte o desgracia, no se que sucedió con ese tema, ni con el fantasma. Solo recuerdo la expresión de terror de la gente de mi trabajo cuando les conté lo de esa puerta...que justo daba contra la pared donde estaban los controles de la máquina offset.

Espero que les haya gustado esta historia, que fue real, AUNQUE UD. NO LO CREA!

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