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martes, 16 de marzo de 2010

UN RECUERDO A MI TIA ILDA


Un 25 de marzo de 2003, me dejó, y debo confesar que aún tengo un vació en el alma. Si bien se trataba de una tía abuela, que durante mi infancia solo la veía entre tres o cuatro veces en el año (sólo para los cumpleaños), era un ser de esos entrañables. Vivía con su hermana en Lanús, tras haber enviudado a principios de la década del 60. La casa de ellas siempre tenía las puertas abiertas a amigos, vecinos, y hasta aquellos que no conocían, que luego terminaban siendo amigos, de dos señoras adorables. Eran esos caserones, que en Argentina son conocidos como "casa-chorizo", construida a finales del siglo XIX, de paredes de adobe, aggiornada y modernizada, pero con el encanto de esas casas antiguas que dan gusto verlas. Comenzamos a verlas más seguido cuando falleció mi papá, en 1985, y a partir de allí, vimos el resto de la historia.

En el año 1991, comienzo mis actividades en un diario de Lanús, razón por la cual la visitaba a menudo, una vez a la semana me invitaban a almorzar, y nos quedabamos charlando luego en la sobremesa. Eran mujeres que les gustaba ver la televisión, pero valoraban más a las visitas, y si venía alguien, apagaban su televisor, a no ser que algún presente quisiera ver algo en particular. La casa de ellas era hospitalidad para propios y para extraños.

En 1995, y con 82 años, fallece su puntal de muchos años, su hermana mayor, y ella comenzó a sentirse sola. Fue allí como, estando por Lanús la visitaba muy a menudo, y puedo asegurar que sus amistades y vecinos de toda la vida no dejaban de estar presentes. No obstante, cuando todos se iban, y sabiendo de su soledad, me quedaba hasta ultima hora, a veces se ponía a llorar, porque se sentía sola. Yo le decia que siempre estaba acompañada, ya que todos sus vecinos la venían a ver a lo largo del día (cosa que era cierto). Y ella me contestaba "ellos no son mi familia, y a mi me falta "mi gorda" (así le llamaba a su hermana).

Corrió el tiempo, y andaba muy perdida. Su salud se comenzó a resquebrajar. Los medicos le diagnosticaron un alto porcentaje de colesterol, a pesar que ella se cuidaba en las comidas, y entre parentesis, comia cada vez menos. Comenzaba a olvidarse de las cosas, y esos eran muy malos síntomas. La dejé una tarde a última hora, tra comprarle algunos alimentos, y a las promesas de ella que iba a alimentarse.

Al día siguiente nos llamaron a casa y nos avisaron que los vecinos habían tenido que romper la puerta para socorrerla, porque no se había levantado. Estaba completamente diferente al día anterior. No caminaba, totalmente fuera de tiempo y espacio, con la cabeza gacha y la mirada perdida. Como no tenia hijos, y casi todos sus sobrinos y sobrinos nietos estaban lejos o tenían muchas ocupaciones, que se la tuvo que internar en una residencia geriátirca, dado que los médicos le encontraron parálisis cerebral progresiva. Era un cuadro irreversible y nada se podría hacer por ella, mas que cuidarla. Corría el mes de enero de 1998. Y tuve que hacerme cargo de administrar su tratamiento -y de fomentar los recursos para el mismo-.

Si bien ella era jubilada y pensionada, su tratamiento revestía cierta carestía que demandaba no solamente el alojamiento, sino tambien los remedios y hasta pañales, los cuales no podían faltar, y que incluso excedían lo que ella apercibía a modo de mensualidad. Fue un trabajo titánico, el hacerse cargo no solo de su bienestar -aunque ella ya no lo percibiera-, sinó tambien los sufrimientos obtenidos por muchas situaciones del entorno, ya sea familiar, no de mi núcleo familiar, sino de esos vecinos, amigos y "parientes postizos", que se metían, entorpecían y hasta atacaban una situación, que, en los zapatos de otros también les hubiera apretado.

Su cuadro siguió en involución, cada vez estaba peor, y llegó la crísis del 2001, lo cual los valores de su tratamiento se triplicaron, al igual que los remedios e insumos, y realmente si al principio era muy difícil luego fue mucho más. Cabe decir que mi salud nunca fue buena y en dos ocasiones por "sus problemas" terminé internado yo, debido a las preocupaciones padecidas...

Finalmente, llegó el 2003 y para poder afrontar su tratamiento tuvimos que llevarla a mi casa...al principio había desacuerdo en mi familia, pero no había demasiado alternativas, no podiamos abandonarla.

Finalmente, tras todas las luchas, de todos los sacrificios, falleció rodeada de su familia -los que estaban-, en mi habitación, y en mi cama, con la paz que le da el estar rodeada de "su familia", que no la abandonó, ni en las buenas ni en las muy malas. A pesar de todo lo que hice en todos esos años, pienso y me queda un espacio vacío, las manos vacías. Como si la tarea debiera haber tenido otro tio de resultados...me quede solo...y es algo que aunque pasa el tiempo es una herida que no cierra.

En la foto de este post es mi cumpleaños número once. En la fotoesta mi papá y mi Tía Ilda (ambos ya no están)

Un poco triste la historia de Hoy, pero es un homenaje a quien quise mucho en vida y la sigo queriendo aún hoy...con la certeza que nunca hemos hecho lo suficiente para que sanara, aunque, a sus 85 años, la vida no la tendría comprada...

Espero que les guste esta historia...hasta la proxima...!!!

1 comentario:

  1. Hay personas que influyeron mucho en una y nunca se olvidan.

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